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155 seno de Maria. En el principio, dice el Evangelista, era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios; este era enel principio con Dios. Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros. Fijese la atencion en estas frases sublimes , y se verá que la Vic- gen fué elevada por Dios á un punto tan culminante de grandeza, que no es posible mirarla, porque se pone en contacto inmediato: con: el Hijo de Dios ,que es el Sol dejusticia , á quien ningun mortal puede mirar de hito en hito. Cuatro veces se dice que el Verbo era engen= drado desde la eternidad, siendo la palabra interior de Dios, su sabi= duría, su imágen substancial perfectisima-, existiendo en su tiempo, que esla eternidad , ántes que hubiese estos tiempos deleznables, que son tiempos para las criaturas ; estando con Dios desde toda la eternidad , como en su principio, pues procede de él , y es Dios tam= bien él, consubstancial é igual en todo á aquél de quien procede. En todas estas palabras , el Evangelista se refiere, nó á lo pasado sino á lo presente ; porque en Dios , lo que era, es lo mismo que lo que es, no habiendo en su entendimiento más que un acto purisimo, que iden= tifica esencialmente al entendimiento que entiende y al objeto enten- dido; no existiendo tampoco en él lo que en nosotros , que es la po- tencia y el acto, ni precediendo el entendimiento al ejercicio de su inteligencia, pues todo es eterno, sin anterioridad ni posterioridad, todo purísimo y simplicisimo, sin pluralidad ni diversidad (1). La eternidad es tan esencial á Dios, que sin ella no pudiera nues- tra razon encontrar armonía en los misterios inefables de la naturale- za divina , en la unidad de esencia y trinidad de personas. Para que el Hijo de Dios sea Dios , es necesario que el Padre lo engendre eter- namente, pues tan pronto como hubiese dos actos , habría dos ins- tantes, el pasado y el presente, y entónces desaparecería lo inmanen= (1) Dice Santo Tomas, que ni áun la semejanza de operaciones de las criaturas intelectuales llega á ser suficiente para que podamos entender con perfeccion las operaciones de la naturaleza divina (1.*, quest, 27, art. 1.) Hay muchas razones para ello; porque en Dios, el ser y el en- tender es una misma cosa; y en el ángel y en el hombre no es así: en Dios no hay potencia y acto, como lo hay en nosotros. Nuestro enfendi- miento no se entiende á sí mismo, sino por las especies inteligibles ; y Dios se entiende á sí mismo por sí mismo: y por lo tanto, siendo Dios un acto purísimo , el entendimiento y lo entendido son una misma cosa. Por fin, en nuestros actos de inteligencia hay movimiento progresivo, ues el saber es la asimilacion del entendimiento con lo sabido, y lo sa- ido es una perfeccion del entendimiento. El entendimiento que más actos de inteligencia formá, va adquiriendo cada dia más perfeccion, desarrollando sus facultades más y más por sus actos. Pero la diferencia del entendimiento divino es infinita, pues en él no hay pa y acto: todo es un acto purisimo, y no se pertochiane su entendimiento por su intelección , porque el ser y el entender son una purísima identidad de Dios. (1. p., quest. 14, art. 2.)

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