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. Ñi li $ $ A AN LAME ac RRE: SE Scar” al A g 138 esta imágen convida Dios á los hombres cuando dice á éstos: Sed san- los , porque yo lo soy (1).Y su Hijo nos explica cómo lo hemos de hacer , á saber: siendo perfectos en la santidad, y no así como quie- ra , sino como lo es nuestro Padre celestial , pues dice á sus discípu- los: Y vosotros sed perfectos , así como vuestro Padre celestial es perfecto, imitándole en cuanto os sea posible (2). Tambien es sabido, que en vano intentará el hombre , y el ángel mismo , copiar en sí esta semejanza divina con solas las fuerzas de la naturaleza; pues es preciso que Dios empiece el primero, santificando su alma, la cual no entraña esencialmente, ni el ser santa, ni el ser favorecida de la gracía de Dios, puesto que tanto la santificacion como la gracia para conservarla , son dones gratuitos de la bondad divina : pero una vez santificada, tambien esisabido , que el alma perderá su semejanza con Dios en las virtudes, si ella no coopera con buena voluntad á la gra- cia divina. Explicado en dos palabras el sistema de nuestra santificación, y volviendo las miradas á la Vírgen que había de ser Madre de Dios, se comprende á primera vista , que la importancia inmensa de su per- sona en presencia de Dios, estriba , ora en haber de ser pura, santa y sin mancilla desde el primer albor de su existencia, ora en haber de ser santa y perfecta , como no lo han sido ni pueden serlo todos los hombres y todos los ángeles juntos. De donde resulta aquella semejan- za perfectísima de Dios, que la Vírgen llevó desde el primer momento de su vida , como lo afirma el ya citado San Isidoro de Tesalónica en estas palabras: «Debió , dice el Santo Padre hablando de la presenta- cion de la Vírgen , verificarse la entrada de la Vírgen en el templo, siendo ella santísima y el lugar tambien, para que hubiese una ar- monía perfecta gon su entrada en la vida, y con las cosas aún más admirables . oda de cumplirse en ella; de tal manera, que des- de el principio basta el fin , todas las cosas fuesen admirables en Ma- ría. Por lo tanto, se revistió esta Vírgen de la forma de Dios, de un modo mucho más excelente y sublime que todos los. demas séres, sean ángeles ú hombres; y de ahí es, que viendo,el Criador que su obra resplandecía con ana hermosura tan sublime y divina, no creyó indigno de su grandeza el tomar la forma de su misma hec hura, te- niendo presente que era propio de su equidad, 6, para hablar con más propiedad, de su benignidad , pagarlo Él de "la misma manera, bajando y teniendo en comun con ella la misma naturaleza y cuanto pertenece á la vida, puesto que la Virgen había subido tan alto, que tenía con Él la semejanza más grande « que cabe en la condicion de criatura (3).> (1) Levit., cap. 11. y. 44. (2) Matth., cap. 3, v. 48. (3) Serm. de Presentat., núm. XXI,
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