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129 ciada por Dios al principiar el mundo, y la distinga de todas las de- más , llamándola en su propio apelativo, y diciéndola llena de gracia, querida de Dios y bendita entre todas las mujeres (1). Felices son, y mil veces felices los hombres que han venido al mundo , despues que el ángel habló con la Vírgen de Judá, y la dió aquellos dictados; porque todos pudieron ver resuelto el gran proble- ma, de saber quién era aquel sér, que tanto mereció en los destinos humanos, á quien todos esperaban, de quien tantas cosas se decían, y de quien dependía la felicidad de todo el linaje humano , pues esta- ba escrito que este personaje había de estrellar la cabeza de su cruel enemigo. Una vez conocida María por el fruto de su vientre, una vez visto que el reino Dios era anunciado á los pobres, que la supersti- cion desaparecía , y triunfaba en la tierra la verdad , los hombres po- dían decir á María que ella era la anunciada por los profetas , la des- crita por los hombres inspirados, la prefigurada en las mujeres céle— bres, la elegida por el Espiritu Santo, y en una palabra , la gloria de la nueva Jerusalen , la alegría del nuevo pueblo de Israel, y la honra de todo el linaje humano. Felices somos nosotros, que pode- mos decirá boca llena con San Bernardo , que esta Virgen es «la Virgen de las vírgenes , la santa de los santos , la luz de los cielos , la gloria de los justos , el perdon de los pecadores, la inventora de la gracia, la medianera de la salud , la restauradora -de los siglos, la reverenciada de los ángeles, la deseada de las gentes , la conocida en los siglos pasados por los Patriarcas y los Profetas, la elegida de en- tre todas las cosas , la que ha sido puesta por Dios sobretodas ellas (2). (1) Luc., cap. 1. v.28. (2) Epíst. 74.
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