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Con solo haber empleado algunos momentos en describir vues- tras glorias, me tengo por el más dichoso del mundo: porque el serviros 4 Vos es reinar, y el ser vuestro esclavo, es más que serrey (1). Una gracia os pido, Señora y Reina mia, al suplicaros que acepteis benigna y compasiva mi humilde obsequio, y es que, puesto que sois la estrella del mar, hagais que apénas concluya la publicacion de vuestra vida y vuestras glorias, me quepa la satisfaccion de ver mares bonancibles y tiempos serenos para que, deslizándose en ellos ligera y suave la acerada proa, tenga mi corazon el consuelo de ver 4 mis hijos, cuyo cuidado os supliqué al separarme por algun tiem- po de ellos. SEÑORA: el último de vuestros Siervos, que os ama de todo corazon, y dard, stes necesario, la vida por vuestra gloria, Jay Jacinto JNbaría , Ú OBISPO DE LA HABANA. Madrid y Setiembre, día de la Natividad de la Virgen María, año 1868. (4) Servire huic Regine, regnare est; et inter illius mancipia nume- rari, plusquam regium. (S. Anselm., lib. de Excellent. Virg., cap. 9.)

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