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96 Excede pues, María, no sóloá los hombres sino á los ángeles, pues no ha sido criada ni santificada sino en virtud de leyes especia- les, dispuestas por Dios para la que había de ser su Madre. Para comprender por tanto con qué vivos colores representó á esta gran Señora la reina Ester en la corte de Asuero, trascribirémos aquí las palabras de un sabio y,devoto escritor , que delinea en ellas admira- blemente el tipo y la realidad. «Da una mirada, dice al que lea , 4 la hermosísima Ester , que es elegida para las nuevas bodas despues del repudio de Vasti-, y por cuyo amor se da á siervos y ministros un espléndido convite, y alivio 4 todos los vasallos. ¿No reconoces en esta Ester escondida y custodiada á la Virgen María, escondida y guardada para que no se la acercase el - enemigo, y elegida por el divino Asuero . despues de haber repudiado á la antigua Eva, para ser su esposa , disponiendo al efecto un banquete, en el cual toman asiento cuantos siervos y ministros hay en su Iglesia ? Esta es aquella Ester, que sola entre todos no tomó asiento en la comida de Amán, absteniéndose de gustar la hermosa fruta antigua, para no contagiar- se. Esta es la Ester que, llena de inocencia, ruega á Dios por nos- otfos criminales; esta es la sola Ester, que sola puede penetrar en el retrete de Asuero, no cayendo en pena de muerte , porque una ley singular la exime de ella. Era este el edicto promulgado por el Rey del cielo contra toda la humanidad, de la cual se había retirado á oculta morada, no pudiendo nadie entrar en su presencia , si no se extendía sobre él en signo de clemencia el cetro real, que es la Santa Cruz. Pero esta Ester, saliendo, que no estaba desnuda de gracia di- vina , marcha con paso seguro, apoyándose'en una sierva, que es la confianza en Dios, y llevando otra su vestido para que no arrastrase por los suelos, que es la humildad , que era en ella la guarda de las demas virtudes, y entra ella sola en el cuarto del Rey.» Hasta aquí va este escritor piadoso poniendo en relieve la figura y la realidad: mas despues de haber contemplado cuán perfectamente conviene á la Virgen en el órden de la gracia y de la predestinacion lo que Ester ejecutó en el palacio de Asuero, se dirige á la misma Vírgen con este razonamiento. «¿De dónde te viene tanta confíanza, oh Virgen María? Hé aquí que el mismo Rey, vuelto á tí con un espíritu lleno de mansedumbre, y como fuera de sí por el exceso de amor que abriga en su corazon, se levanta del trono de su majestad , sos- teniéndoteá tí, sola y única, para que no te cayeras, porque sin du= da, oh muy amada, si él no te sostuviese , tú caerías; pero, para que comprendas que no caerás, te acaricia y te agasaja, diciéndote: ¿Qué tienes , Ester? Yo soy tu hermano ; no temas; tú no has de mo- rir, pues para todos ménos para tí se ha establecido esta ley. Oid pues todos , concluye él mismo , oid lo que no se aprende en la escue-* la de los dialécticos ó de los fisicos. El Asuero celestial , declara á
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