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185 modos destruirlo. «Si el enemigo soberbio y cruel,-dice el mismo Santo Padre, hubiese podido conocer el misterio de la misericordia de Dios, en vez de instigar 4 los judios 4 que. se encrueleciesen contra Jesus, les habria inspirado senti-. mientos de mansedumbre, para no perder: con. su muerte la presa de todo él linage humano cautivo.» ' Qué vid Lucifer en el Hijo de la Virgen? Un hombre como los demas: cuando mas un justo como Job, 6 como Moisés. a Ignoraba Satanas lo que era Jesucristo, siendo esta igno- rancia efecto de haberle Dios ocultado el misterio de la vir- ginidad de Maria unida 4 la maternidad, pues creyé6, como dice San’ Ignacio de Antioquia *, que el-nifio que nacidé en Bethlehém, era Bye. de José, dando mayor ocasion 4 su ignorancia y aun ed su propio. orgullo, su so- berbia pale i eae cca wre ue pensaba Lucifer, ace Sn sede mo, que fuese Dios Sea que. enel exterior ‘sele presentaba frégil como los demés hombres: viera 4 los ) iar at estrella, oyera decir 4 Juan, que Jesus era el Corder Dios: quizis oyé tambien la voz del Padre celestial, que as llamé su Hijo bien amado: pero, creyd que “Jesus era hijo adoptivo como otros santos: viera tambien muchas mara- villas de Jesus en la resurreccion de los muertos, en la cu- racion de los sordos y paraliticos; mas, no obstante esos prodigios, su soberbia no 16 dejé. creer que Jesucristo - Dios.».* Podemos decir, que |Lucifer | era un gigante ; mowtibres una mole inmensa, que no le es jaba mirar al cielo. Pusole Dios este, peso inmensurable, no dejéndole ver lo que el mismo Dios no queria que viese. Asi » se le ve haciendo esfuerzos inauditos, para llegar 4 conocer quién era Jesus, pues en el desierto le acomete con atrevi- _ miento, embozado en. mauto de hipocresia; aunque se queda en su anterior ignorancia: porque Jesus elude todas sus ma- rafias, no echando mano para confundirlo de la sabiduria de Dios, sino de la que es comun 4 los justos ‘; mas tarde se ' Serm. 2 de Passion. Domin. * Div. Hieron. Comm. inc. 1 Matth, 5 Diy. Anselm. in cap. 4Matth. 4 Matth. cap. 4, vv. 4410.
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