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166 por las grandezas que le han sobrevenido, desde que tnvo | esta Hija que lo ha enaltecido, y de saludar 4 la ashe aes gen, como 4 nuestra Reina y Sefiora, como al principio de nuestra restauracion, de nuestra rehabilitacion; de :nuestra a ilustracion y de nuestra dicha. La Virgen es en efecto la destructora del imperio del pecado, la restauradora de la vir- tud, la perseguidora del vicio, la evangelizadora del amor santo, la nodriza de la virginidad, la propagadora de la pn- reza, la que ha hecho que bajase Dios del cielo, la que ha elevado 4 los hombres del fango de la tierra, la que ha qui- tado la mascara 4 las pasiones para¢ descubrir su tiranta, la que ha levant o la bandera de ta virtud, para formar en el mundo ejétcitos de hombres que adoran # Dios ¢ én i y ‘verdad. Bendito sea el Sefior, que es quien la erié en el Espiritu Santo, y la vid, y la midid, y la comprende, pues para los demas es incomprensible. Bendito sea su corazon que encer- ré tanto amor, que basté para alejar de la tierra las aguas del pecado que la cubrian, °y la did calor, para que germina- | sen en ella los frutos del amor santo, del temor, y de la es- ‘peranza. {Dichoso el pueblo que: tiene la felicidad de conocer desta Virgen! ;Mas dichoso quien la ama, pues la hallard 4 su Jado siempre que la invoque! os i RPO Ce Dai cata ih BD aes, La, herida en el corqzon de Lucifer. = * Las dos grandes defecciones que habia habido en el cielo y en la tierra, habian procedido del orgullo: el soberbio Lu- : cifer no quiso humillar su entendimiento al divino, y pre- ee tendié tener un trono igual al de Dios, habiendo pretendido tambien una cosa parecida el hombre en el paraiso. Pero la soberbia no puede ser un pecado aislado, por acompafarle ss siempre otros muchos que dimanan de él, siendo el primero — la incredulidad, el segundo la infidelidad, el tercero la re- ~belion, y despues otros mil, que llevan al orgulloso de abis- mo en abismo, hasta que comete todos los pecados de que es

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