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cos, de Maria eran la humildad y la pureza isailieds mas ahora nos dice el Evangelista que Maria, si bien guardaba un profundo silencio, meditaba sin eesar en las grandezas divinas. ° i jAh! Era Maria nuestra maestra y nuestro modelo, y en ella aprendemos que el modo de conservarse y de crecer en el amor de Dios, es la meditacion continua de sus obras y muy en especial de las de su amor. Meditemos pues sin ce- sar en lo que Jesucristo ha trabajado para salvarnos, acor- d4ndonos que este divino Maestro ha dicho, que nadie va 4 su Padre sino por él *, y que quien lo conoce & él, conoce & su Padre?. | 0 dulcisima Bette! al tener. la’ dicha de saber cudles _ eran tus pensamientos continuos, no puedo menos de aver- gonzarme, recordando que los mios han sido tantas veces vanos, frivolos y pecaminosos. jAh! Alcdnzame de tu Hijo la - gracia de que cada dia me duela mas el habeérle ofendido: y_ puesto que la fe me enseiia, que ti eres la madre del amor hermoso, y del temor, y de la ciencia, trdéeme 4 ti con la gracia de tu amado Jesus, para ir marchando en esta vida por tus huellas, y encontrarte a] fin de ella 4 la puerta de la derusalén celestial, y amar y bendecir al Sefior en tu compaiiia por los siglos de los siglos. Asi sea. “ tear pk: t 4 Joan. cap. 14 v. 62 0 ae Ss i PoSdann. cap 44, ¥.P -HOe E eae:

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