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85 = : ~ i re §. LT. ! El pesebre y el establo. Hacia mas de siete siglos, que uno de los santos Profetas que de tiempo en tiempo enviaba Dios 4 su pueblo, para re- cordarle sus obligaciones, echarle en cara sus ingratitudes y avisarle los castigos que le amenazaban, si no dejaba sus prevaricaciones, habfa visto en espiritu cuanto la Virgen sa- grada presenciaba en el portal de Bethlehem. Eran en aquella época dos cosas distintisimas esta ciudad y la metré- poli de 1a Judea, pues aquella era pobre y pequeiia, mientras esta constaba de grandes y ricos palacios habitados por reyes, principes, generales y grandes dignatarios del reino. Mas, como en vez de florecer en esta capital la religion 4 la ‘sombra del admirable templo que habia en ella, solo. estaba vigente la desmoralizacion de costumbres y la rapifia, el ‘Profeta la Hamaba hija del ladron, destinada a ser destruida: - mas, dando una ‘init a la otra, la asegura que Dios la ha de conservar, porque siendo como. era tan pequeiia entre “las millares de Juda, tendria la honra de que saliese de ella el que seria dominador de Israel, siendo su salida ademas _ desde ¢l principio, desde los dias de la eternidad: porque este gran conquistador, no solo seria hijo de David segun su humanidad, sino tambien Hijo del Al eee meen la divinidad *. fo Pepther Beg Pasa pet ee Sin embargo, aunque eclidattatnentie cob Ala ciudad de David esta fortuna, la gloria de dar un palmo de tierra al Rey del cielo, para que fuese reclitiado al nacer, fué exclu- sivamente reservada para una pobre y desmantelada choza. Porque, asi como quiso este Rey pacifico nacer espiritual- _ lente en los corazones de la nacion judaica, y esta desechd su predicacion, no creyé en sus milagros, y lo arrojé de su comunion, condenandolo 4 la maldicion de la ley: asi al nacer ‘ie a i - } Mich. cap. 3, v. 2. + -< sill ER gre as Oe OIE ———— ——

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