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sonalidad divina. ;Quién podra pues explicar el gozo, la sor- presa, el respeto, la humildad, y la reverencia con que se postra la Virgen Madre ante el Nijio recien nacido? . Vacilaba Maria en su corazon cémo llamaria 4 su Niio y como lo trataria. «;Cémo te he de llamar, decia la hija de David, al inclinarse para tomarlo? ;Te llamaré mortal? No, pues te he cgncebido por obra del cielo. ;Te llamaré Dios? jAh! veo que tienes un cuerpo-humano. {Vendré 4 ti con in- te ofreceré la leche de mis pechos con el carifio de una ma- dre?» ‘ ¥ uniendo la ternura del corazon materno 4 los mas reverenciales obsequios de humilde santidad, tomé al her- _moso infante, lo llevé 4 su ver con su manto, lo sell6 con mil ésculos, lo llamé su Hijo, su vida, su gloria,y su amor, su Dios, su Criador, su Redentor y su todo: y ama- - mantandolo con su virginal leche, lo fajo en pobres pafiales, y lo recliné en un pesebre. No tardé mucho en saber el na- cimiento del Mesias el casto Patriarca, y extatico se acercé al rincon donde tan estupenda maravilla se habia obrado, y uniendo su gozo al de su consorte, adoré al Dios que na- ciera, bendiciéndolo y slabindoto Bor sus misericordias. No quiso el Eterno Padre, que ni por un momento estu- viese oculto el sacramento de piedad, pues al mismo tiempo que la Virgen y su Esposo adoraban al Verbo humanado, descendian del cielo los espiritus soberanos: y mientras unos se postraban invisiblemente, coro por coro, ante la sagrada cuna, y adoraban 4 su Rey y Sefior, otros se mostraban visi- bles’y resplandecientes 4 los hombres, y les animaban 4 ha- cer otro tanto, teniendo con ellos una familiaridad no vista. _ Pasaba en efecto muy cerca de Bethlehem, y en la misma comarca una escena sorprendente, en la cual tomaban parte los cielos y la tierra con sus respectivos moradores; pues mientras algunos pastores estaban guardando alegremente sus rebafios y velando por su seguridad, dejése ver junto 4 ellos un angel del Seiior, y viéronse ellos asimismo rodea- ‘ §. Basil. Magn., Homil. de Nativit. Domini. TOMO II. f 6 cienso como 4 Dios, humillando mi frente hasta la tierra,é

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