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Ms Ha 4 ee los tesoros: como Madre tienes todos los afectos, y como Vir- gen, guardas las azucenasde la pureza. j;Ea pues, Sefiora! Dirige nuestro entendimiento, enriquece nuestra voluntad, purifica nuestro corazon, y guarda nuestros sentidos, para que humildes y castos sirvamos 4 tu Hijo en la tierra, y lo veamos en el cielo. Asi sea. ‘ . §. Il. iF ee Amid des ingles os hombres El goz0 que tuvo la Virgen Maria, cuando vié que sin lesion de su integridad virginal habia dado 4 luz 4 su ama- do Hijo, fué de tal naturalleza, que no puede comprenderse sino por los moradores del cielo, pues quizds vié el misterio de la Encarnacion en aquellos momentos, como lo ven los bienaventurados‘. Muchos eran los motivos que tenia para rebosar en torrentes de alegria celestial: pero se reducian todos 4-dos, siendo el primero, el haber concebido siendo Virgen, y dado d luz siendo tambien Virgen, y. el quedar siempre Virgen, uniendg el honor de la virginidad 4 la ale- gria de la mas fecunda maternidad, y siendo madre sin ha- ~ ber conocido las penas de la gravidez, los desmayos de la debilidad, y los dolores del parto. Era el segundo, el ver ya santificada la tierra con el cuerpecito que Dios habia forma- do dentro de sus entrafias, el cual era carne de su carne, hueso de sus huesos, y sangre de su sangre: y como este cuerpo no ha existido un solo momento, sin ser animado por el alma criada de la nada: y4 esta alma y 4 este cuerpo se ha unido el Hijo de Dios, en el mismo instante en que ha sido criada el alma y formado el cuerpo, comprende Ma- ria que ha engendrado 4 Dios, concebido 4 Dios,y dado 4 luz 4 Dios: pues ni un segundo ha existido en su seno la na- turaleza humana de su Hijo,’sin que subsistiese con la per- ‘ Forte in ipso conceptu vel partu illi datum est ad horam, ut vide- ret mysterium hujusmodi, ut in ee (S. Antonin. Ap. t. 15, cap. 17.) ” “aga rey 4 | 3 4 a i as natal Ts fed

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