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78 en Bethlehem. Mas jquién no alaba 4 la sabiduria divina, que con fuerza y suavidad lleva todas las cosas 4 su fin? ;Quién no mira con desprecio 4 un mundo, cuyo saber es tan superfi- E cial, que apenas puede pasar de la corteza de las cosas, aprecia 4 los hombres segun la mascara exterior del lujo y de las riquezas: y es tan necio, que desecha la nobleza y la grandeza, porque no llevan el ropage de la sensualidad, y acoge con aplauso la innobilidad y la degradacion, porque se visten con el oropel de un exterior, que deslumbra el sen- tido? Queria Dios nacer en la pobreza, y permitié que un principe altivo y tirano diese un edicto, que obligé 4 su po- bre madre 4 abandonar su propia morada, parair 4 re cogerse en una cueva: queria no tener albergue alguno al aparecer en la tierra, y movié los corazones de todos los des- cendientes de Bethlehem 4 que obedeciesen 4 su emperador: y confluyendo estos 4 su ciudad natal y tomando la delantera 4 los pobre viageros de Nazaret, no dejaron vacio un solo rincon de una casa, para los que vinieron los ultimos. Entre tanto, el mundo siempre fatuo y desacertado en sus eleccio- nes, vid que llamaba - sus puertas una carabana pobre, que venia sin aparato, y la hd: y al despedirla, daba repul- sa 4 la heredera del trono de David, 4 la Madre del Mesias, y a la Sefiora del mundo: y al decirla quizis con desdén, que podia ir 4 recogerse en algun establo vecino, la mostraban con el dedo el parage que desde la creacion del mundo habia Dios sefialado para su cuna. En efecto, los santos Esposos dieron gratia al Sefior por haberles deparado aquella guarida, en la cual se ocu- paban como en Nazareth, en contemplar las misericordias del Dios de Israel, y cantar sus alabanzas. Mas, habia Ile- gado ya la hora feliz, anhelo de cuarenta siglos: los morta- les yacian entregados d profundo suefio, y en las cercanias de Belén: reinaba el silencio de la media noche, apenas interrumpido por las voces de alerta de algun pastor so- litario, 6 por el sonido suave de la’ campanilla de algun — manso animal, que rumiaba su alimento junto 4 algun pe- sebre. Apenas habia en la comarca mas que dos almas que velasen, entregadas las dos 4 la contemplacion profunda del yl so Sn sh a ple a aa
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