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er LIBRO DECIMOQUINTO. Bethlehem. aoe Dios con los hombres. - No habia existido jamas un matrimonio tan celestial en la eleccion de los consortes, tan uniformen la union de _ las voluntades, tan leno de felicidad, y tan fecundo en re- sultados, como el de los santos esposos José y Maria. Prefi- gurado en las alianzas que contraian-los Patriarcas con no- bles y ticas doncellas, fuera anunciado muchos siglos antes _ por el Profeta, que en su honor habia cantado un dulcisimo epitalamio, diciendo que seria su muger como la vid lozana, - que ostentando con gallardia sus pAmpanos y racimos, ro- dea los muros del hogar doméstico: que se parecerian sus hijos 4 los retofios aroméaticos del olivo, al sentarse en su mesa, y que estas bendiciones le estaban reservadas porque — temia 4 Dios'. Tan pronto como el ‘angel del Sefior reveld 4 José las cualidades de su esposa, y las del Hijo que tenia en ~ su seno, pudo comprender muy bien, que él habia. recibido junto lo que los antiguos Patriarcas tuvieran por partes: : pero con una diferencia esencial, que lo hacia 4 él el mas feliz de los mortales, y era, que 4 los antiguos les diera Dios sombras, y 4 él luz; 4 aquellos las figuras, 4 él la realidad; 4 ellos tierra, 4 61 cielo; aquellos tuvieron uno 6 mas hijos, este los tendré mas numerosos que las estrellas del cielo; ellos tenian un vastago terreno, este un Principe celestial, ! Psalm. 127, v. 3, 4, 5.

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