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+42 4 . de incertidumbre, perplejidad, amargura y pena, que iba siendo en é] tanto mas oscuro y doloroso, cuanto mas se au- mentaban en todos los motivos de dar saltos de alegria: era este el virginal consorte de la misma Virgen. Al poco de haber esta vuelto de casa de su prima, empe- zaron & verse en ella los signos naturales de la gravigez, unidos 4 aquella belleza que nada podia ajar, porque no te- nfa Maria ninguna de las penalidades propias de las demas madres. Veia estos sintomas externos su Santo Esposo y pa- recianle al principio ilusiones de sus sentidos, no queriendo persuadirse que fuese cierto, lo que todo cuanto veia, le decia que lo era. Entre tanto un dia se sucedié al otro, y el santo ~ consorte se vid precisado 4 dar pleno asenso al testimonio irrefragable que él negaba4 sus sentidos, mas, que no pudo ~ negar al tiempo y 4 Ja naturaleza, que se declaraba ya con omnimoda certeza: José no pudo menos de creer ferpemen- te que su esposa era madre. Nada hay tan digno de la admiracion de un cristiano, como el espectaculo verdaderamente celestial, que presenta la casa de José: pues él y su esposa ‘son dos atletas, que han entrado en un combate supremo, en el cual tienen que ejer- citar alternativamente las virtudes en grado herdico, sobre todo la humildad, la caridad, la prudencia, la justicia, la for- taleza, la templanza, la esperanza y la fé. José ha recibido & su esposa como un regalo del cielo, sabiendo que esta no queria casarse con nadie, y que habia renunciado 4todos los derechos de la familia de David por conservarse Virgen: juntos habian venido de Jerusalén, y jamds se habian sepa- rado en su viage: juntos habian jurado al Sefior quese con- servarian virgenes, y era tal la inocencia, el candor, la mo- destia, el recato y el retiro que veia en su esposa, que cada vez que é) la miraba, sentia en su corazon ardores mas vi- vos de amor de Dios, y deseos mas vehementes de imitar en la pureza 4 los Angeles. Entre tanto, si José cree tan fir- memente en la castidad de Maria, que antes dara su vida, que sospechar siquiera, que no sea fiel 4 sus juramentos, no | puede menos de creer que algun portento extraordinario, é inaudito ha obrado Dios en su esposa, pues no siendo asi,
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