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70 tempestades de la vida, combatiendo en silencio contra el furor de los enemigos, y esperando del cielo el momento, que infaliblemente saben que ha de llegar, en : {ap sobre- venga la serenidad y reine la bonanza. Ora se hubiese quedado en Nazareth el Patriarca San ; Joséy mientras su esposa la Virgen iba 4 visitar 4 su prima ‘e Santa Isabel, lo que no es probable: ora la hubiese acompa- fiado 4 casa de Zacarias, y bien que, por efecto de las coss> tumbres austeras del pueblo hebreo, no hubiese estado pre- sente, como no lo estuvo sin duda alguna, cuando la madre del Bautista publicé inspirada por el Espiritu Santo la gra- / videz de Maria, 6 por cualquiera otro motivo que fuese, es indudable, que este justo estaba ignorante del gran aconte- cimiento que habia ocurrido en su propia casa: y cierto por una parte del voto de virginidad de su esposa, y seguro por otra, de.que lo habia observado con mas fidelidad que pu- dieran hacerlo los espiritus soberanos, no podia venir 4 su mente la idea, de que su esposa estuviera en estado de gra-_ videz. Entre tanto, Dios, que habia manifestado su poder en la concepcion milagrosa de su Hijo, habia decretado, que en su generacion tuviese las apariencias de los demas hom- bres, pasando nueve meses en el vientre materno, y apa- reciendo este progresivamente con mayores signos de cierto é infalible alumbramiento, 4 medida que iban suce- diéndose los dias, y llegaba el del parto. Pasados como unos tres meses en compaiiia de su prima, la Virgen Maria yolvid 4 su deméstico hogar, donde de nuevo se .interné su alma virginal en la contemplacion de las misericordias divinas, siendo al mismo tiempo tan afa-— ble, dulce y obsequiosa para con su esposo como siempre. Cada dia que pasaba por ella, iba creciendo en Maria el gozo, al ver que se iba acercando el momento suspirado por tantas generaciones: alegraibanse los cielos y la tierra, regocijabanse los angeles, bendecian 4 Dios los justos, y apenas habia un sér, que no tomas@ parte en el himno de . gratitud, cantado al Rey que venia 4 santificar la tierra. Solo habia uno, que se iba entregando paulatinamente W la nielancolia, y daindose a la tristeza, y entrando en un caos |

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