BCCPAM000542-2-33p02d00000000

69 mas que corromperse 4 si mismo y corromper 4 los demas! - Huyamos de los mundanos, y busquemos la tue presencia de Maria. O dulcisima Seniors y piadosisima Madre, ti digiste que todas las generaciones te llamarian bienaventurada, y no- sotros nos alegramos de ver, que se ha cumplido tu profecia: - y rebosamos en santa alegria, al concurrir nosotros tam- bien 4 formar un coro de alabanza con todos los sigios. Bendita eres tu por tanto de los cielos, bendita de la tierra, bendita de los angeles, bendita’de los hombres, bendita de nuestra alma, bendita de nuestra fe y bendita de nuestros corazones. Haz pues, 6 clementisima Reina, que nuestros labios te bendigan 4 la hora de nuestra muerte, para que huya de nosotros el enemigo, y en tu compaiia glorifi- quemos 4 tu Hijo por los siglos de los siglos. Asi :sea. §. IV. "La prueba del Esposo justo, y el consuelo de la Virgen Madre. Uno de los acontecimientos mas grandes de la vida de la Virgen, y que mas claramente revela el heroismo de virtud de ella y de su esposo San José, fué el que ocurridé al poco que los dos volvieron 4 Nazareth, despues de haber cumpli- do aquella con los deberes de la mas fina amistad hacia su _ prima Santa Isabel. Fué este evento una de las escenas que tienen por teatro el co nm humano, y por testigo al _ que todo lo ve, por muy esco ‘did que se halle en los mas oscuros repliegues del alma. Fué una tempestad, en la cual ‘ 4 un mismo tiempo se veian envueltas en horrendas olas - dos barquichuelas, las cuales eran arrastradas por la fuerza impetuosa de un mismo vendabal, sin que la una viesé los azares de la otra, ni osase dirigir 4 su compafiera una sola palabra, para que cesase el furor de los vientos y entrasen ambas en calma. Pero, en esa escena se manifiesta la admi- rable economia de Dios para con las almas perfectas, que asidas 4 la ancora de la fé, y con ella no temen en- cuando el Sefior lo dispone, en el mar proceloso de las

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz