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_ 164 y queditos, caminando por veredas que alumbra con linterna en mano quien las conocia mejor que todos, Judas el traidor, Entre tanto, Jesus oraba, y sudaba sangre: y cuando fué el tiempo decretado por él mismo, salié al encuentro. & los que venian a prenderlo y se entregé en sus manos, cayendo sobre él sus enemigos, como se precipitan sobre el manso cor- dero los lobos hambrientos de muchos dias. Fué Jesus piso- teado, revolcado, arrastrado, mesado y hollado como si fuera un animal inmundo; fué atado como un aleve, encadenado como un vil; y entre los gritos, silbidos y bramidos de aque- la chusma ferina, que victoreaba su propia destreza, la gran ; captura, y el glorioso triunfo, Jesus fué trasl ida mani 4 las casas de los pontifices Anas y Caifas. “Aqui fué irrisionado, abofeteado, escupido por los principales del sena- do de Jerusalén, y entregado despues 4 la clase mas infima del pueblo, para que copiando con exactitud exagerada las acciones de los mayores, tuviese un objeto de diversion toda la noche, mofandose de Jesus, y atormentandolo 4 su placer. Que Jesus hubiera sido capturado y atropellado, y que se cometiesen con su augusta persona desacatos y atentados, bien se lo decia el corazon | 4 su Madre: pero, muy pronto tirvo esta conocimiento. cierto de las crueldades que con ¢l ejercian sus enemigos. Porque habiéndose cumplido en el huerto la profecia que decia, que una vez herido el pastor, se dispersarian las ovejas ‘, huyeron todos sus discipulos, yendo cada cual 4 donde pudo: mas, uno de ellos, 4 quien Jesus amaba mucho por su candor virginal, no abandoné al maestro sino para ir 4 decir 4 su Madre cuanto habia acon- tecido en el luerto, y los primeros ultrages sufridos en casa de Anas y Caifis. Palido como la muerte, loroso y sin valor para hablar, habia llegado este 4 Bethania, cuando las estre- Nlas habian andado la mitad de su carrera nocturna: reci- Didlo la Madre Saritisima con la misma amabilidad y dulzura de siempre; y oida la triste relacion, continuéd la oracion pro- funda en que se hallaba, dando lugar 4 que, descendiendo la Z 4 Zacarias, cap. 18, y. 7. '