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~ comun, la Madre de Dios la tenia en un grado de perfeceion indefinible. En efecto, habian acaecido ya 4 Jesus cosas tan lacrimo- sas, que si fuera otro hijo y su madre viera la mas minima de ellas, hubiera esto bastado para que sucumbiera esta bajo el peso del dolor. Despues" de haber cenado el cordero pas- cual con sus discipulos, de haberles lavado los pies, y ha- ber instituido el admirable sacramento de la Eucaristia, Je- sus se levantara de la mesa para emprender su marcha al parage 4 donde habian de venir sus enemigos 4 prenderle. Eran once nada mas los discipulos que lo acompaiiaban; porque el duodécimo, vendido 4 los enemigos de Jesus y 4 Satands, habia preferido unas cuantas monedas viles al te- soro infinito del Hijo de Dios. j;Ah! yCémo no se habia de ir comprimiendo el corazon de Maria, desde que su Hijo se despidid de ella en Bethania? Mientras este estaba sentado 4 la mesa, institwyendo el recuerdo inefable de su amor 4 los hombres, para quedarse con ellos en el mundo hasta su con- sumacion, estos estaban haciendo los preparativos para ar- rojarlo de él y borrar hasta la fama de su nombre. Unos estan afilando sus alfanges, otros aprestan grillos y cadenas; estos estan preparando lanzas y mazas aceradas, aquellos ordenan cohortes y cuadrillas: y todos juntos, seflores y sier- vos, soldadés y sacerdotes, forman una chusma confusa, donde no se oye mas que una sola voz, que es la captura del llamado Profeta de Nazareth. Esto pasaba en Jerusalén: y no parece sino que las auras llevaban hasta el stasis donde la Madre Santisima oraba silenciosa y acongojaba, el eco feroz de las voces descompasadas, el ruido de las cade~ nas, el estrépito de las mallas y corazas de los soldados agi- tados, y el dela colision de los sables: ‘y garrotes de los es- birros desordenados.. . ~ Poco tiempo despues que Jesus saliera del Cendculo, lle- vando 4 su lado su pequefia grey, la cual va triste, melan- - Célica y hasta pavorosa, pues se agrupa muy de cerca 4 su amado Maestro, fuera desfilando por otra via una turba com- puesta de principes del pueblo, de fariseos, escribas, solda- dos, alguaciles y gentes de armas; marchan estos silenciosos

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