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& z & # Pi a £ Ne 162. diez de sus dise{pulos de Bethania, y encamindndose con ~ ellos 4 Jerusalén, 4 donde habia enviado de antemano & otros dos, para que la preparasen la cena de la Pascua, Ma- gestuoso, afable, sereno, y lleno de alegria, va marchando el divino Maestro, por cumplirsele ya los deseos que de tanto tiempo atras abrigaba en su cae. entre tanto quedaba ‘ en Bethania la magnénima Madre, aunque triste, llena tam- bien de constancia, para ir 4 morir con su Hijo, si se la con- _ cediera, dando ejemplo 4 las discipulas que tenia 4 su lado, y en ellas 4 todos, de aquella conformidad que hemos de te- ; ner con la voluntad divina, cuando el Sefor nos quita con la muerte alguna de las personas, & quien | os santa- mente. jAh! El amor de Dios es una ara, dot hemos de sacrificar todos nuestros afectos. "re Soria pent Ata sees §. Il. ‘ re El corazon et ie ; “Triste y: desconsolada. quedé la Virgen Maria en i aetiae. * nies despues que su Hijo se despidid de ella para ir 4 morir: pero su corazon: magndnimo y generoso la daba fuerzas, para salir 4 arrostrar los mismos conflictos, en que su Hijo se encontrase, y solo esperaba la prudentisima Sefiora, que se presentara el momento oportuno. El astro del dia se habia escondido tras de los altos collados: las Ultimas luces fueron absorbidas por las sombras de la noche: el negro manto de las tinieblas arropaba la tierra, y 4 medida que las horas iban avanzando, se iba extendiendo sobre el corazon de la Virgen un nueyo velo de tristeza, acompafiada de una con- - goja lenta que la oprimia, creciendo sin cesar. Era todo sin duda alguna el efecto de aquel lenguage sublime y mara- villoso, que Dios ha dado al corazon de la madre, que suele - conocer las extremas desgracias de su hijo, aunque no las vea: porque el amor intenso y puro tiene como por instinto lapropiedad de recibir, como por repercusion, todos los golpes de pena y dolor, que caen sobre el objeto amado: y esta pro- piedad del corazon materno, que cada madre posee en grado