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156 LIBRO VIGESIMOCUARTO. Sito bees jo ee OS Digs trigtes. Z Nhe See No cabia ya en la Judea la fama que en tres afios de predicacion habia cobrado Jesucristo, pues venian 4 verlo de todas las provincias de la Palestina, y hasta de, Tiro y de Sidon, para tener la dicha siquiera de tocar la orla de su vestido, sabedores como eran los hombres, de que bastaba ~ ~ esto para curar de cualquiera enfermedad que tuviesen. Cosa semejante no se viera jamds, ni las historias de Eliseo, tan famoso en hacer portentos, veferian acciones tan estu- pendas, como las que hacia Jesucristo. Era ademas su mo- do de obrar diferente en un todo, de lo que los anales refe- rian que hacian los profetas: pues con mas naturalidad que un principe, nacido em cuna régia y educado entre la finura | de los palacios, es afable y cortés para con todos, mandaba ¢l 4 los elementos y 4 las enfermedades y aun 4 la muerte. Asi es, que el pueblo, que para saber que los ciegos ven, los. tullidos andan, y los muertos resucitan, no necesitaba, ni de haber estudiado en Atenas, ni de haber sido discipulo de _ Gamaliel, sino de ser testigo de los hechos y de la manera _ como los realizaba Jesus, comprendié bien, que este era el Mesias que esperaban: y llevado de las inspiraciones del buen sentido comun, al ver que Jesus con cinco panes y dos peces habia. hartado 4 cinco mil hombres, con sus mugeres é hijos, determinéd proclamarlo por su rey: y lo habria a ee NG iS ia A 2a Se i < €& 2 ges ad a

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