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‘oi . ie re « ee 4 7 . - + he : ¥ x : - bl ‘dos los estados de la vida y el ejemplo de todas las virtudes, : fué pasando incesantemente de un lance 4 otro, teniendo ‘cada uno sus dificultades y peligros, y en todos ellos se ‘mostré prudente, recatada, constante, humilde, sufrida y resignada 4 la voluntad divina. . Uno de los parajes donde mas padecié sw corazon, fué la ciudad de Nazareth, en la cual parece que: sus Vvecinos no debian caber de gozo dentro de si mismos, al ver que habia salido de entre sus hijos un hombre tan admirable, tan be- néfico y tan sébio: sin embargo, habiendo entrado Jesus un dia de sibado en la Sinagoga, y predicado con elocuencia divina sobre el cumplimiento de las profecias en su misma persona, los Nazareitas se indignaron contra él, gritando al temerario, al atrevido.que se arrogaba tanto honor, cuando sabian que era el hijo de un artesdno y de Maria, y conocian isus parientes que eran todos pobres ': y levantdndose en tumulto lo llevaron 4 la cima del monte en cuya meseta es- taba edificada la ciudad, para precipitarlo. Y por cierto, no seria poca la amargura de su Madre, al saber todas estas tropelias, que sus conciudadanos cometian con su Hijo, con- firmando mas y mas el proverbio que dice, que ningun pro- feta es bueno en su patria: pues si bien sabia mejor que na- ‘die, que ninguno tocaria 4 su Hijo, hasta que él no se pu- siese en manos de sus enemigos para consumar el sacrificio, su corazon de Madre ja hacia temblar por su vida, partién- — dosele al mismo tiempo de dolor, al ver. cudnto ofendian aquellos enemigos de su Hijo al Sefior por las See hes que contra é] inventaban. - em. eaist Los mismos deudos de Jesucristo segun la carne causa- ron no pocos sentimientos 4:la Virgen: porque confluyendo los pueblos 4 oir la palabra divina, invadian en tropellas — - calles de Cafarnaun, donde el Redentor vivia de continuo; y cra tan fuerte la instancia con que querian verlo, hablarle, - yoirlo, que ni aun le daban tiempo para comer. Venifan , tambien mezclados con las turbas algunos grupos de gente \ ' Luc. cap. 4, v. 22,

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