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141 LIBRO VIGESIMOSEGUNDO. Cana de Galilea. . A la manera que el sol, para no ofuscar 4 los mortales en - vueltos en el tenebroso manto de la noche, va enviando poco & poco los albores de la aurora: y bafando primero las cres- tas de los montes-y despues las hondonadas de los valles, se deja por fin ver con toda su claridad, iba el Salvador del mundo dejandose ver poco 4 poco, no apareciéndose subita- mente con toda su gloria, ni revelando de un golpe su mi-. sion divina, para que su primera aparicion excitase en los hombres el deseo de conocerlo, y las sucesivas produjesen la -admiracion y el amor. Habian resonado poco tiempo habia las riberas del Jordan con la voz celestial que lo predicé Hijo de Dios, y no seria poco el rumor que esta novedad produgera en las turbas, que se aglomeraban 4 recibir en aquellasaguas los consejos y las abluciones del Bautista. Este tambien ha-. bia dado un testimonio solemne de que él era el precursor enviado 4 preparar el camino, para que se dejase reconocer el gran Rey y Sefior que tenia que venir: y no se contenté con decirlo 4 las turbas, é inculcarlas que ya tenian en su nacion al Ungido, sino que lo predicaba cada dia 4 sus dis- cfpulos, como si expresara el deseo de que lo abandonaran # él, y se fueran tras de Jesus. En efecto, despues que este habia vuelto 4 la casa mater- na, luego que hubo cumplido su cuarentena de aytnos, sa- li6 un dia 4 pasear por las cercanias, donde se hallaba el Bautista, quien tenia junto 4 si 4 dos de sus discipulos: y apenas este vid venir al Salvador, llamé sobre él la aten-~ cion de aquellos, diciéndoles, que lo mirasen y viesen que era el Cordero de Dios; y verlo, mirarlo, quedar prendados de su hermosura y modestia, y seguirlo , fué todo uno. Lle- a ‘4a

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