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115 aquel tesoro infinito, que es la luz, la alegria, y la hartura del corazon, su Hijo Jesus. Sin embargo, preciso es confesar que vivia en la tierra del destierro, donde nada sé parece ‘Alo. que se ha dejado en la patria: porque en esta las rocas mis- mas se dejan ver como embelesos del sentido, el musgo de los dridos pefiascos parece terciopelo, y hasta las lobregas hondonadas se presentan didfanas y radiantes, mientras que _ en aquella el cielo puro y terso parece oscuro: la llanura fér- til, drida: los cerros poblados de vides, pelados: y hasta el dul- Esta triste perspectiva va acompafiando siempre al dester- rado, sin que sean bastantes el oro y las comodidades, de que pueda gozar lejosde su patria, para borrar de su cora- zon el cuadro tierno y melancélico que se le representa por todas partes. Y si esta es la suerte de los opulentos dester- Ro -rados, jcudl sera la del pobre, que no solo lleva el fardo de da tristeza del corazon, sino el peso de la miseria? En su pa- - tria comia el pan negro del miserable; pero, aunque era ne- gto, , lo tenia, y lo comia con placer, y si algun dia le faltaba, . no faltaba la mano caritativa, que se lo alargaba junto con : una sonrisa de amor compasivo. Mas, lejos de su suelo natal, - ni tiene un bocado que levar 4 su boca, ni sabe 4 quien diri- girse en sus necesidades: y si va 4 llamar 4 una puerta para pedir un consuelo, quizds tiene que huir por asaltarle ahullidos los animales domésticos, 6 no ve sino miradas tor- cidas y safiudas, 6 no oye sino palabras duras y descome- didas, teniendo que afadir aun al peso de la miseria el del desprecio, el del rubor, y el del insulto. Y era este precisamente el estado de los santos esposos en Egipto; porque aunque los magos habian ofrecido 4 Je- sus dones de oro, su Madre Santisima los habia dispensado 4 los pobres: y si con una prudencia inspirada de Dios habia reservado alguna pequeiiez para socorrer sus propias in- digencias, todo se habia gastado al tener que emprender un viage tan largo y tan arriesgado, como el que habia hecho con su Hijo. En Nazareth vivia pobremente: mas, era ella conocida por su laboriosidad asidua, y su santo esposo felicidad dentro de si misma, y por otra no hubiera poseido — ce ¥. melodioso canto de las aves, insipido y destemplado. a a ee RMR NE REE SL IEE ITT Abe eh is aria i gigi SaiRae Sa. MS tise sm eas Seo eae Baie Set aU ile be ay Ce aig CAL eR ak as a ae - eee aa a SIM SR RINE SE SINR1 RI co & a i : my 7 a ; oo” f Ff aa a a a hs FF |g | 2 ‘ eae a piel =f “ we Em Sagaac tees nee Ba, a Se ae ae ea oe
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