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s 114 ’ plos de los idolos y muchos de estos cayeron por tierra '. En _ especial se dice, que al pasar la Sefiora con su Nifio bajo el arco berroquefio de la puerta principal de la ciudad eliopo- litana, todos los simulacros de un templo vecino cayeron al suelo y se hicieron pedazos °. *. Entre tanto la santa familia, pasando de esta ciudad, fué 4 alojarse en una aldea llamada Matarich, donde tomando una casita pobre, descansé de las fatigas del viage, y tomé aliento despues de los ahogos en que la pusiera la persecucion de Herodes. iQué dulce es el _padecer por Cristo! Bien nos lo ensefié Maria en la alegria con que dejé su patria, sus deudos y ‘todo, por salvar 4 Jesus: aprendamos de ella, y como San Pa- blo tengamos nuestro placer en las contumelias, en las pri- vaciones, en las persecuciones, y en las angustias por el Sefior *. 0 Maria, verdadero trono de Dios icudnto te debe la eee manidad en haber salvado de los peligros al Salvador que la habias dado, para que viviese entre los hombres, los ensefla- se con sus palabras, los edificase con sus ejemplos y los re- dimiese con su muerte! Dignate ser mi amparo contra el cruel tirano: de. las tinieblas, que quiere destruir en mi la inocencia. que me da la gracia de tu Hijo, para que cubierto con tu sagrado manto, pase salvo el desierto de la tierra, y Negue seguro al cielo. Asi sea. i S. Il. eo ict El destierro y la patria. Triste y desconsolada habria sido para la Virgen Maria la tierra de Egipto, si por una parte su alma nobilisima no se hubiese elevado siempre sobre todo lo visible, teniendo su ! P: Scio de S. Miguel al cap. 19 de Isaias, v. 1. 2 San Doroteo Martir, Sozémeno, San Anselmo, San Buenaventura, Lira, Dionisio Cartusiano, Barradio y otros refieren con omnimoda con- formidad este acontecimiento. ~ 5 9." ad Cor. cap. 12, v. 10. s ! é
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