BCCPAM000542-2-33p02d00000000
110 brea, y al contemplarla apretando contra su corazon al tier- no nifio. Eran dos pobrecitos los que pasaban, y lejos de excitar la codicia de los ladrones, se movieron 4 piedad, de- jandolos pasar con signos de reverencia '. ;Ah? ;Cémo ten- dria el corazon Ja piadosa Madre, desde que columbré esta partida de hombres armados hasta que los pasé? ;Qué colo- quios tan tiernos dirigiria 4 su Hijo? Pasaron pues estos pe- ligros, y llegaron 4 Gaza, en donde probablemente el Santo José dejaria la cabalgadura de las montajias en que venia su esposa, tomando una que fuese acomodada para pasar los 4 No queremos dejar de decir que hemos leido en autores dignos de respeto, que se conservé por muchos siglos en Oriente la tradicion si- guiente: 4 saber, que sorprendido el capitan de estos ladrones al ver al venerable esposo, que caminaba por delante llevando al jumentillo del diestro, y al considerar la modestia de la joven que lo cabalgaba, y la ternura amorosa con que estrechaba 4 su tierno nino contra’su pecho, se le conmovieron las entrafias; y lejos de hacerles mal alguno, les rogé que descansasen y se hospedasen en su morada, prodigdndoles cuanto cumplia 4 una hospitalidad cordial. Ni falta quien diga que este hombre continuando en su vida de-depredacion por mas de treinta afios, cayé por fin en manos de la justicia, y era uno de los que morian al lado del Redentor, y precisamente aquel ladron dichoso, que confesd la divinidad » de Jesucristo, defendiendo su inocencia contra su compaiiero que lo in- sultaba. Sin embargo, debemos decir, que ni despreciamos estas tradi- ciones, porque estando todo ello en la esfera de las cosas posibles, no hay razon para desecharlo sin motivo, ni tampdco les damos mas fe que la que merecen los que las refieren. Ello es que Santa Brigida en el libro 4.° de sus Revelaciones, capitulo 86, dice estas palabras puestas en los labios de la Virgen, mirabiliter servati fuimus ab invidis. Milagrosamente fuimos librados de las manos de los malos. Hoy dia aun se conserva en la Judea la tradicion de que, habiéndose la Virgen escondido en una cuevya al huir 4 Egipto, estando dando de ma- mar al nifio Jesus, cayeron al suelo algunas gotas de su sacratisima le- he, volviéndose blanca toda la tierra de la cueya. Y todavia van 4 esa cueva, no solo los cristianos sino las mugeres turcas, 4 cdger aquella tierra blanca, y conservarla con yeneracion. ;Podra negarse la existen- cia de este hecho cuando desp liezy ocho siglos, aun se conser- va la tradicion en la Palestina?N imposible 4 Dios por cierto: pero lejos de negar estas cosas, aunque-no las creamos sino como tradiciones piadosas, hemos de adorar 4 Dios, que no ha querido que supiésemos las particularidades milagrosas de su fuga ¢4 Egipto, las cuales 4 no dudarlo, debieron ser muchas y muy notables. ’ n ; sits Rai Se
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz