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101 al Calvario y lo vid regado con la sangre de su Hijo, y al im- primirle un ésculo, tropezaron ya sus labios con las espinas, y sus ojos con la lividez de las heridas. jPobre Madre! Empez6 entonces aquel llanto que no cesé mientras vivid en la tier- ra, absorbiéndose la fuerza del dolor todas las alegrias de la maternidad divina '. Con estos pensamientos salié la Reina del cielo del templo santo para volver 4 su hogar, encami- nandose hacia él con su castisimo esposo. jAh! Aprendamos de Maria la obediencia 4 la ley de Dios, y la fortaleza para tomar la cruz con alegria como ella lo hizo, y digdmosla con fe y ternura: O Madre de todos los creyentes, que con mas fe que Abraham, ofreciste 4 tu Hijo en sacrificio por nosotros, asistenos con su gracia, para que le hagamos sin cesar oblacion sincera de nuestros corazo- nes con todos sus deseos y aspiraciones, y sean estos siem- pre una victima que muera al mundo en el altar del amor divino, y viva en presencia de Dios por eS esta vida, y por la gloria en la otra. a sea. ee —— sieiidsecleien loca clayorum in manibus et pedibus, quos crucifigendos audivi, tune oculi mei replchantur lacrymis. Cs wagh lib. 1.° revelat., cap. 10.)

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