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93 reinadosde la justicia, y ellos la haw abandonado, prefieren la dominacion impia y licenciosa del pagano 4 la pacificay santa del justo, y solo con oir decir que ha nacido este, se llenan de espanto: turbanse aun mas los sdbios del pueblo, porque ejercen unimperio sobre las almas, que ni Dios ni la ley les conceden, y que temen perder cuando se presente en- tre ellos el Triunfador de Israel: mas que todos se conturba Herodes, diciéndole su conciencia, que no es 4 su hijo, & quien buscan los sdbios de Oriente, porque el trono que po- ‘see, es una usurpacion del derecho que tiene la familia de David, una compra cuyo precio ha sido el sudor y la sangre de los pobres, y una tirania que el pueblo soporta contra su voluntad, pero que édia de todo corazon. \ x _Sin embargo, Herodes oculta sus temores entre aparien- cias de calma, y aun entre signos de congratulacion: y des- pues de saber de la boca de los sdbios de Jerusalén cual era la ciudad donde habia de nacer el ungido de Dios, llama 4. escondidas 4 los sibios de Oriente, y les dice que vayan’ 4 Bethlehem, y que le avisen tan pronto como hallen al nifio, para ir él tambien 4 adorarlo. Nada omite este monarca para captarse la benevolencia de estos sdbios, pues toma interés en saber cuando han visto la estrella, les da noticias de la ' ciudad régia y 61 mismo les dice que vayan, y demuestra que _ desea tomar parte en su religiosa piedad. Entre tanto los Magos saliendo de Jerusalén para ir hacia Bethlehem alzaron ‘sus ojos al cielo, sin duda para dar gracias al Sefior, porque Jes habia mostrado ya la ciudad donde encontrarian al Rey ; recien nacido, cuando bé aqui, que con nuevos resplandores ; se deja ver la estrella, que vieran dias atras, y que habia esta- do como eclipsada mientras estuvieron en Jerusalén. Fué su g0z0 como el del viagero, que despues de trepar por mucho tiempo entre brefias, riscos y hondonadas buscando el obje_ to de todo su amor, entra de repente en amenos vergeles donde su corazon le dice que lo ha de hallar. Rebosando pues en esta alegria, van siguiendo 4 la estrella que cente- llea cada vez mas, y parece que en cada uno de los destellos ‘les dice que su objeto amado no esté lejos: y marchando como éxtaticos mirando al elocuente astro, llegan por fin 4

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