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‘ 84 ee midos en el de la gracia. Pero hay una diferencia infinita entre estos dos hijos; el Redentor es Dios, que odia infinita- mente el pecado, y no puede menos de castigar al que lo comete; el redimido es hombre deleznable y miserable, que se deja llevar de los encantos de los sentidos, se arroja en la senda del crimen, y hace que se encienda contra é1 la ira del cielo. Entre tanto';qué ha de hacer la Madre del Reden- tor y del redimido? Lo dice bien claro San Bernardo hablan- do con la Virgen. Ti eres, dice, Madre del rey y Madre del des- terrado; Madre del reo y Madre del juex; Madre de Dios y Madre del hombre: siendo, pues, Madre de los dos, no puedes permitir que haya discordias entre tus hijos'. Estas son las consecuencias necesarias de la maternidad divina: desde que el. Hijo de ‘Maria padecié en un madero por salvar al hombre, su Madre no tiene mas oficio que el de abogada, moviéndola 4 ello el amor de la gloria de su Hijo natural, y el bien de sus hijos segun la gracia y la adopcion. Abigail lo hizo una vez con el rey David, tipo de Cristo, y lo aplacé; Maria lo esta hacien- do siempre, y Dios nos mira con. misericordia; pero Abigail | fue la sombra, Maria es la luz; aquella el simbolo fugaz, esta la realidad permanente, que escede 4 la figura tanto como él cielo 4 la tierra, porque Abigail aplacé 4 un hombre y Maria aplaca 4 Dios ’. Réstanos hablar de la Sunamitis Abisag, que ‘fue la vir- ‘gen destinada 4 sostener la vida de David en los dias de su fria ancianidad, pues es el tipo de Ja incorruptible virgini- - dad de Maria. Lo que de ella nos refieren los libros sagrados, es una delineacion de lo que Dios determiné en sus decretos sobre la noble doncella que él escogia para dar calor y vida natural 4 su Hijo, siendo Virgen antes de acercarse 4 ella el Verbo Eterno, y quedando siempre Virgen despues’ de ha- berle dado animacion en la naturaleza humana. -_ Muchos eran ‘ya los afios que contaba el fundador de la moparquia hebrea; sigatado por tanto por los muchos tra- x a Diy. Bernard. in deprecat. ad Virg. 2 En la tercera parte, libro trigésimo, §. I, ‘Tl, trataremos este’ mani con mayor difusion. ;
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