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dero del trono de su Padre segun la carne, David, y la amé a bendita entre todas las mujeres; y era tanta sul castidad, que dre, sino sele manifestaba antes el cémo de su maternidad, no conocia varon ni debia conocerlo: porque habia ‘ ofrecido 4 Dios. su virginidad, y si no la conservaba, no que- ria ser madre, ni aun del Rey cuyo trono duraria, como es- taba anunciado | *: tanto como los dias del cielo. Oigase tam- bien lo que esta misma Virgen contesta 4 las bendiciones y Seng alnbetaal eee le rodi i an, pues con Se tata es a y ala eabita’ nore‘amor “de® toda la iiiertind: y se vera que Judit era una lijera figura de su augusta persona, por- que ella era la que amé la pureza en su grado mas sublime, y por eso merecié ser Madre de Dios; ella la que se espuso & todos los trabajos por amor de su pueblo; élla la verdade- . ragloria de la nueva Jerusalén, la alegria cumplida del pueblo santo que su Hijo adquiria, y la honra de toda la hu- manidad; ella por fin era la Reina de los martires, Ja madre r de Jos héroes, de quien podia decirse Inejor que de J udit: Por ; amor de los hombr | dtu i Abigail y aiiiah, Adviértese no sin asombro, que Dios fue presentando en todas las edades los tipos de lo que habia de ser su Madre, escogiendo de entre las nobles mujeres desu pueblo las que “4 Psalm. 88, v. 30. 2% Luc.,capei, v.48 3% Cap. 13, v. 2b. TOMO I. 6

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