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78 el sillon de la magistratura universal de la nacion, reune el pueblo, ordena los escuadrones, arenga 4 las falanjes, sale al combate, presenta la batalla, gana la victoria, .habiendo di- cho antes al general de sus tropas estas palabras llenas de misterios: Iré contigo ala batalla, mas esta vex no se atribuird a . Ja victoria, porque por mano de una mujer serd entregado Stsa- . Alli es una Judit, que postrada en presencia de Dios y cake de saco de penitencia, ora al Sefor por su pueblo, 4 quien un general, enorgullecido con sus victorias y sus numerosas huestes, amenaza un esterminio total; y al poco sale de su retiro, se desliza en el campamento de los sitia- dores, entra en la tienda del caudillo, le corta con su pro- pia espada la cabeza, y consigue una de las mas célebres vic- torias. Cosa sorprendente es, que Judit dijese 4 Dios en su ora- cion, lo mismo que Débora habia dicho 4 su general Barac con lenguaje profético. Haz, Sefor, decia la primera, que con su propia espada sea cortada la soberbia de ese impio; pon fir- mezxa en mi corazon para despreciarlo y valer para derribarlo, por- que seré esto un monumento de gloria de tu nombre, cuando mano » de hembra lo derribare?. Toda la gloria de estas dos victorias de Débora sobre Sisara y de Judit sobre Holofernes, venia 4 ser propia y esclusiva de las heroinas. Y en realidad, la historia de los demas pueblos no presenté jamas accion al- guna parecida 4 estas, ni produjo mujeres de este temple °. En una y otra hay piedad, modestia, recogimiento y virtud, lo que parece que retrae,no solo 4 la mujer, sino al hombre hog : “Judith, cap. 4,v.9. 2 Judith, cap. 9, vy. 12, elc. 5 De Semiramis, reina de Babilonia, se cuentan muchas hazafias, pero- casi todas son fabulosas. Tambien se habla en algunos autores de ‘la he- roina Tamiri, reina de los taértaros, la cual despues de la muerte de su hijo por las asechanzas de Ciro, rey de los persas, salié 4 darle batalla, y lo ilev6 con astucia 4 parages llenos de rosas, por los cuales ella tingid que huia para que él cayese-en el laz0. En efecto lo consiguié: murié _ Ciro, y cortdndole la cabeza, la metid con sus propias manos en un odre leno de sangre de los soldados vencidos, diciendo: Hértate de sangre, ya que siempre has estado sedien‘o de ella. Pero en esta accion hay mas venganza que virtud 6 heroismo: (Bocacio, de claris mulieribus.)

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