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iarca eae ezabala de sus hijos: en doscientos quarents po oe se bia hecho una nacion fuerte, 4 i ) mionarcas: inicuos no pu- ante i eens, y que invadieron lacios del rey, ni la muerte deetna los coianeateig: ‘in ex ceptuar el heredero del trono, pudieron ablandar el corazon de Faraon, para que dejase ir en paz al ‘pueblo mado de ts Dios. Era entre tanto una hermosa mafiana de primavera, y_ urbas de la descendencia de Jacob se encontraban arenas: del mar Eritreo , en ae se otaban egipcio, de sus mdo y desapare- ntes, caddve- nés de guerra -aglom en no dejar con aliento vital he‘un solo nie del Sasbie santo, que habia dejado 4 viva fuerza el sueld de Jesén. Encuéntranse los espectadores de esta gran catdstrofe | divididos en dos fracciones casi innumerables: aqui los hom- bres robustos y valientes, alli las mujeres animosas y fieles. Reina en ambas muchedumbres un éxtasis, que embarga los sentidos y anuda sus lenguas, y no les deja romper el silen- cio universal:’al fin el gran capitan, que ha sacado 4 las ma- sas del cautiverio, abre sus labios y entona lleno de santo ’