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48 ' y divirtiéndose, “despreciando las amonestaciones del jus- to '. Pero hé aqui que, cuando menos Io piensan, los aqui- lones soplan con horrendo estrépito; detonaciones terrificas, estallan de las nubes aglomeradas y sombrias; salen 4 bor- botones torrenciales las fuentes de los valles; Abrense ¢on furia indescriptible las cataratas del cielo; franquean sus arenas las olas del mar impelidas por vendabales animados de un furor que jams mostraron: y al poco los amenos va- lles son lagos navegables; las ciudades han desaparecido; los pefiascos van rodando como ligeras boyas; las rocas ele- vadas se desgajan 4 fuerza de rayos que fulmina el cielo; bosques inmensos se sepultan bajo imponentes masas de arena; piedras, animales y hombres son arrastrados con im- petuosa furia; las aguas suben hasta cubrir los mas promi- nentes riscos; y no les vale 4 los hombres, robustos como los gigantes, subirse 4 las copas de los mas elevados robles, levando en un brazo 4 su hijo y en sus hombros 4 su espo- sa: pues el rayo celestial troncha el tronco, y con fracaso aterrador, rayo, gigante, hijo, y tronco, todo se su- merje entre las espumantes a quienes Dios ha orde- nado que venguen su justicia y purifiquen la tierra. Figura bien elocuente por cierto era esta de lo que habia’ sucedido en el orden moral al empezar los hombres 4 poblar la tierra: ni uno solo habia quedado viyo 4 la gracia de Dios con el pecado original; no hubo gigante alguno que no quedase sumergido en aquel diluvio dela culpa: pero hay que advertir que en medio de las horrendas convulsiones con que el cielo, la tierra y los abismos se agitan en el di- luvio universal, un débil lefio se levanta de entre las ondas conmovidas, contra el cual no hay virtud ni fuerza en las leyes de destruccion que se hallan en ejercicio activo, ‘y ese lefio encierra al salvador de la raza humana, 4 Nog. Bafian el arca salobres aguas de corrupcion por todas partes; se precipitan sobre su cubierta torrentes que el cielo derrama; llueven 4 sus lados las centellas y los rayos; pero no hay - 4 Lue. cap. 17, v. 27.
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