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44 la gloria exclusiva de haber caracterizado con una sorpren- dente unanimidad las ideas de cien generaciones. Cuanto -hubo verdaderamente glorioso en cuarenta centurias, ora en el circulo de lo sagrado, ora en la esfera de los eventos pt- «blicos, fué una preparacion de la gran era que los hombres esperaban. Por lo que, no pudiendo realizarse el sistema di- ~ vino dela rehabilitacion del hombre sin el nacimiento del reparador, la idea de la mujer que lo habia de dar 4 luz, no podia pasar desapercibida. Confusa y sombréada en lo ge- -neral, menos abstrusa en la totalidad del pueblo de cuya sangre habia de nacer, y. clara y distinta en algunos hom- bres eminentes dela nacion escogida, ello es, que esta idea es _ un hecho histérico claro é innegable, asi como lo es la creencia que han tenido todos, fuesen iddlatras, 6 barbaros, 6 salvages, 6 civilizados, de la desaparicion de la primera edad de oro, de la otra edad de oro que habia de sobreve- nir, de la pérdida de la primera por el coloquio de una ser- piente con un hombre y una mujer, y de la reaparicion de la sagends por la venida al mundo de otro hombre y de otra mujer *- dates ets . ' Como no escribimos la vida de la Virgen para inspirar conviccio- nes, sino para que los creyentes verdaderos la tengan ‘cada dia mas “amor y mayor veneracion, no nos detendremos en poner notas de com- probacion de lo que acabamos de decir; las que nos suministran con abundancia Ja arqueologia y la geologia antigua: pues.es sabido ya de todos lo que los Druidas de Chartres y de todas las Galias creian sobre Ja Virgen que habia de parir siendo Virgen, 4 cuya idea consagraron uo templo: ni tampoco se ignora que entre los habitantes del Nuevo- - undo se hallaron esculturas que representaban la caida del hombre; y ambien se sabe que Esquiles en sus tragedias, Homero en su Iliada y su Odisea, Virgilio en su Eneida y en sus Eglogas, y Ovidio en sus Meta- ’ _ mérfosis, no hicieron mas que reducir 4 cantos populares las tradicio- nes primitivas ‘de los pueblos sobre los grandes dogmas de la revela- _cion, aunque transvestidos con las invenciones de la mitologfa. Esto ha sido reconocido por todos los verdaderos. sabios, que se han detenido ‘seriamente en el estudio de las creencias de los pueblos que precedieron _ 4 la venida de Jesucristo, cuyos testimonios pueden Verse en Bossuct, i Augusto Nicolas y otros autores modernos, y mas que todo en los Pa- ‘dres de los siglos primeros del cristianismo, y entre ellos en San Agus- tin en sus libros sobre la Ciudad de Dios, en Tertuliano, Lactancio, Arno-

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