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166 _ Pero no consideramos la entidad moral de ;la Virgen en el concepto de ser Madre de Dios, sino en el de ser aquella gran muger anunciada para estrellar el poder del gran éne- migo del linaje humano, destinada 4 ser Madre de Dios, pe- ro sin serlo todavia. Antes de ser esta Virgen Madre de Dios, tuvo Dios en ella sus complacencias; y no necesité la Virgen que existiesen en su persona las relaciones de maternidad con Dios, para ser delante de este mismo Dios lo mas grande “que habia en la série de las criaturas, y para decirlo de una vez, la tinica de las criaturas que pudiese tocar al trono de Dios con su mano, la unica que podia mirar al Sol de justi- cia, sin ser oprimida de su gloria, la unica de todo el linaje humano que, puesta en presencia de Dios, lo copiaba en si . Inisma con rasgos tan delicados y tan exactos, que merecie- se que Dios dijese: Esta si se parece a mi,y tiene mi seme- janza; esta es mi retrato. Dicelo asi San Isidoro de Tesalénica; contempla este san- to Padre las virtudes de esta Virgen, antes que fuese Madre; y despues de dar por sentado, que si bien David dice, que todo hombre es semejante 4 la vanidad y esta expuesto a la mentira, afirma que no sucede asi 4 la Virgen, por ser la flor escogidade toda la humanidad, queno se parece bajo ningun aspecto moral 4 los demas hombres, y dice estas notabilisimas sentencias: «Ademas, cuando Dios criaba al hombre, pienso que por esta Virgen dijo: Hagamos al hombre é nuestrai magen ¥ semejanza *. Porque ninguno existié desde el principio, ni existird hasta el fin, excepto esta Virgen, inmaculada por todos lados, por el cual pueda afirmarse con razon y justicia, que hubo algun hombre, que llegé 4 tener aquella semejan- za de Dios con perfeccion total, cuanto lo permite esta carne que lo separa de Dios y de los angeles. Ni Adan, ni ninguno dé los que traen su origen de él, lend con perfeccion todos fué necesario que esa muger fuese elevada, por decirlo asi, 4 una cierta igualdad divina, y lo fuese por una especie de infinidad de gracias y per- secciones, lo que ninguna criatura ha experimentado.+ (Div. Bernardin. Sen., serm. 61, cap. 12.) 1 Gen. cap. 1, v. 26.
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