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163 todos creen que ha sido significada en aquellos simbolos, y todos unanimes la Haman: mar dividido y juntado; puerta abierta y 4 la vez cerrada; horno bafiado de rocio y ardiendo al mismo tiempo; zarza abrasada de fuego y no destituida de su verdor; nube del dia, que ensefia el camino; columna de fuego, que no solo Neva dentro de si el fuego divino, sino que da valor al pueblo nuevo y divino, para que pelee con- tra el Faraon espiritual; piedra que brota miel, es decir, al Verbo divino; vara que germina la flor, que es gloria y fra- gancia del linaje humano; tierra nunca arada ni sembrada: que lleva fruto nutritivo; area nunca tocada; huerto inviola- ble; l4mpara siempre encendida; templo inaccesible; monte no cortado, y lleno del verdor de las virtudes; tabla escrita por Dios ; urna que encierra 4 Dios; mesa, en que esta el pan de la vida; lecho, en que descansa el que es poderoso, escala, por la cual Dios baja y el hombre sube, por salir de la tierra y tocar al cielo *. » Pero es preciso confesar, que de todo lo que las Escrituras santas contienen, ora sean nar- _raciones mezcladas de cosas pasadas y presentes, ora ordcu- los que anuncian lo venidero; de cuanto han escrito los pro- _ fetas en. sus paginas empapadas en un mar de misterios, y en sus cdnticos, llenos de la poesia mas sublime cuando cantan las maravillas delSefior, y de cuantas escenas nos re- fieren, en las cuales relumbran sin cesar brillantes rayos de _ fe y de piedad, se desprende el gran plan que Dios tenia en su mente, y habia determinado levar 4 efecto en la época sefialada por él; y era este plan, el de llamar 4 tomar. parte en la obra mas culminante de su omnipotencia 4 una muger, quien ago pura criatura, ‘trabajase con Dios 4 la manera de Dios *, y le ayudase 4 restaurar el mundo. * 4 Id. ibid., n.° XXV. ; 2 Sorprendente es esta locucion, pero no es nuestra, asf como no lo son las ideas que ela entrafa: véase cémo trata esta materia San Isido- ro Tesalonicense: «Como conviniese, dice, que nadie sino un hombre de la misma naturaleza levantase al hombre de su miseria, y que este fuese, no un sér humano cualquiera, sino uno idéneo por la eminencia de su virtud, el cual se asociase 4 Dios en “@sa obra (pues la caida habia sido
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