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154 Todo esto jqué otra cosa es sino aquella abundancia de bie- nes espirituales que tenia que derramarse en la Iglesia de Je- -sucristo, los cuales vid Isafas cuando dijo: Yo derramaré sobre ella como un rio de paz, ycomo torrente que inunda la gloria de las gentes? ' {No se ve aqui significado aquel principe que ha de do- minar de mar 4 mar, y desde el rio hasta los términos de la redon- dex de la tierra?* Al leer en el profeta que los pescadores | echardn sus redes en aquellas aguas ;quién no se traslada 4 la ribera del lago de Genesarét, y contempla al Salvador diciendo 4 dos pescadores: Venid en - * mi, one yo os hace _ pescadores de hombres? * Claro es como la luz del dia, ans cae las profecias de) antiguo Testamento tienen por objeto inmediato 4 Jesucris- to; que todos los simbolos y figuras van 4 manifestar sus ' grandezas, que todas las alegorias y metdforas que hacen tan ‘bello el estilo de los libros sagrados, representan la exce- lencia de la persona divina, que habia de revestirse algun dia de nuestra carne, y habia de redimir al hombre. Que asi sea, apenas causa admiracion, porque era justo que el que era la esperanza de los pueblos, fuese tambien el objeto de todos los vaticinios: la obra era grande, inmensa, infinita, y solo realizable por una virtud tambien inmensa é infinita. La ne- cesidad de creer en el Redentor que habia de venir, era tan indispensable, que sin esta fe no podia salvarse nadie; era por consiguiente necesario, que los Patriarcas hablasen a sus hi- jos de esta gran obra, y les inspirasen amor y respeto al que habia de venir; era indispensable, que los profetas lo anun-" ciasen, y que pusiesen de manifiesto las virtudes que habia de tener, y las empresas que habia de realizar. La excelencia de la persona, la grandeza de la obra, la importancia de los resultados eran motivos muy suficientes, para que, cada vez que aquellos hombres inspirados tomaban la pluma 6 el es- tilo, fijasen su vista en objeto tan divino y hablasen de él- Pero lo que admira, lo que sorprende, lo que hace que se ' forme una idea sublime de la Virgen, es el ver que apenas e § [sai. cap. 66, v. 12. 2 Psal. 71, v. 8. > Matth. eap. 4, v. 19. e.

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