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Wega ee 2 ; 150 como ella por lo que en ella pas6. Colocé Dios al Profeta cer- ca de esta puerta, y apenas habia legado 4 ella, se presenté el mistho Sefior Meno de gloria y magestad, levandolo los Querubines sobre la magnifica carroza que le formaban has- ta que entré én lo mas interior del santuario ', lendndolo todo de resplandor y de gloria. Una vez Hegado el Sefior al ' Santuario, hablé al Profeta y le dijo: Hijo de hombre, este ¢ el lugar de mi trono, y el lugar de las huellas de mis pies, en donde tengo mi morada en medio de los hijos de Israel para siempre; y los de la casa de Israel no profanarén mas mi santo nombre *. ‘Enciérrase en esta magnifica alegorfa un areano profun- do, con solo decir que la puerta estaba mirandg al. Oriente. Desde que se echaron los cimientos de esa puerta, fué des- tinada 4 estar frente por frente del naciente del sol, y asf tenia que estar para siempre. No habla aqui el Profeta de las crestas del Libano, por donde el sol derrama cada dia sus madejas de luz sobre la tierra de Jessé, sino de otro oriente que, siendo el sol de justicia, tenia que nacer algun dia para alumbrar 4 los que estaban sentados en tinieblas y sombra de muerte. ;Quién estuvo mirando de hito en hito al sol de. justicia desde que empezé 4 existir ? ; Quién estaba tan fijo en el amor del rey de los cielos, que no habrian bastado to- das las fuerzas del mundo para separarlo de él? Maria, Maria es el alma. dichosa, que, Como la luna al sol, no cesé de es. tar contemplando la gloria y las perfecciones de Dios, ni un solo instante, y vivid iluminada simpre por los resplandores eternos del que habia-de ser su Hijo. La puerta de Ezequiel, por tanto, es Maria; esto significaba, dice Santo Tomas, lo que Ezequiel dijo en estas palabras: Hé aqui que la gloria del Dios de Israel entraba por el camino oriental, es decir, por la Vir- “gen Marta; y la tierra, es decir, su carne sagrada; resplandecia con la gloria de su majestad, a saber, la de Cristo °. Cosas'grandes y sorprendentes refiere el Profeta respecto de esta puerta oriental, pues hablando el Sefor con él acer- ca de ella, le dijo estas palabras: Esta puerta estard cerrada: no t Cap. 43, v.2.3,4. 5 V.7. 2 3 p., q. 27, a3. 5 Ezeq. cap. 44, v. 2, 3. :

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