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‘Cuando el reino de Judd se habia elevado al apogeo de su grandeza y esplendor, aparecié uno de los mayores pro~ fetas que ha habido, el cual empezé 4 anunciar las cosas futuras |con tanta claridad, que mas parecia un historia- dor de las cosas pasadas, que un vaticinador de las venide- ras. Este hombre inspirado vié las bellezas inefables de la Madre del Mesias; y no se contenté con describirla, presen- tandola como nubecita ligera y encantadora por las luces que la rodean, sirviendo de carroza al Sefior para que bajase 4 Egipto, y 4 su aparicion temblasen los cimientos de su idolatria ‘, sino que describid su oriundez, su maternidad, su virginidad antes del parto, su virginidad en el parto, y su gloria, su hermosura, no faltandole mas que decir el nom- bre con la misma claridad que el de su Hijo. El primer anuntio que Isaias dié 4 su pueblo sobre lo que seria la Virgen de Israel, es claro como la luz del dia, Saldrd, dice, una vara de la raiz de Jesé, y de su raiz subiré una flor*. En esta sublime metdfora encierra el Profeta dos séres, significados en las palabras, varay flor,que salen de una mis- ma raiz; pero hay que advertir, que el vastago ha sido en- | gendrado y engendra; mas la flor es engendrada del vasta~_ go y no engendra, no siendo ese el oficio que la naturaleza ha dado 4 la flor, mientras no sea mas que flor. La flor, que tenia que brotar de la vara de Jesé, era el complemento de todas las generaciones, que habian venido sucediéndose des-_ de Adan hasta Noé, desde Noé hasta Abraham, desde Abra- ham hasta David, y desde David hasta el Ungido del Seiior. . Una vez engendrado el que habia de establecer el reino eter- no, el drbol de tan magnifica genealogia estaba acabado: su ‘raiz era Adan; su tronco eran los Patriarcas; sus ramas los 1 Isai, cap. 19, y, 1. 2 Id., eap. dl, v. 1. le ah enix nba ie

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