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124 creto encerrado en el corazon del mismo legislador: Ester | : llena de gracia y hermosura, 4 quien el rey, temible como un leon, llama en presencia de todos sus cortesanos, herma- ; _ha, y la toma en sus brazos para que no desfallezca, y la dice que nada tema, porque la ley de muerte no se ha san- _cionado para ella, es el tipo mas adecuado de la Viirgen, pre- destinada en los consejos. divinos para dar sér temporal al Hijo de Dios, y por consiguiente para no ser, ni por un solo instante, sierva de la ley universal del pecado; debiendo al contrario venir al mundo para estrellar el orgullo de Sata- nas, y dar la muerte al que con sus artes malignas la habia introducido en el mundo. ’ Ester por lo tanto fue el tipo de los destinos de la Virgen desde el momento de su Concepcion sin mancilla, y prefiguré su eleccion de entre todas las criaturas 4 la maternidad di- vina, sus esfuerzos para salvar al pueblo que su Hijo redi- mia, y sus victorias sobre Lucifer. Betsabé se nos presenta bajo otro aspecto no menos grande y majestuoso: es una gran sefiora, que se halla en todo el esplendor que le da la maternidad, por ser su hijo el rey mas sdbio y poderoso de la tierra; esté segura del afecto de este hijo y del ascendien- te que tiene en su corazon; esti persuadida de la bondad y eS justicia, con que administra su reino; su corazon le dice que ES este hijo no la rehusaré lo que le pida; y llena de estos sen- EE. timientos y convicciones, no duda acercarse al trono, donde aquel se encuentra. ‘Lo que alli pasé respiraba afecto materno, amistad filial, sentimientos de nobleza y generosidad, majestad de prinei- pe, gloria de reina y relaciones intimas y mutuas, que ha- bian de durar tanto como el reinado del hijo y la vida de la Bs madre. El Salomon terreno murié, como mueren todos los Bs hombres, quienes por mucho que manden, son stbditos de la 1g muerte; era 6] una figura, una sombra pasajera de cosas mas gradiosas, y de un sér mas sdbio que él, pues seria el verdadero Salomon, quien daria paz sdlida 4 los hombres, y los haria felices en la gloria. Tambien se convirtié en polvo y ceniza su madre, la gran Betsabé; pero asi tenia que su- ceder: era una sombra que precedia 4 la aparicion de la luz:
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