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102 pueblo judio levantando sus manos al cielo, y suplicando 4 Dios que pusiese en los labios de la reina tales palabras, que ablandasen su corazon, para que mudase su sentencia, y por el valimiento de Ester se revocase el edicto, y no se eje- cutase el decreto de.exterminio, 4 que estaban condenados. Trasladémonos por tanto 4 la region de los decretos divings, y veremos la admirable analogia de las cosas. El] demonio habia introducido la muerte en el mundo, y bajo su gua- dafa iban cayendo uno por uno todos los hijos de Adan; pero llegé.un momento, en que empezaba é ejecutarse cuan- to el Dios de las misericordias tenia decretado para abolir el decreto de muerte, y entonces aparecia una sefiora mas — hermosa que Ester, pero elegida, asi como esta lo fué de en- _ tre todas las de las ciento veinte provincias que componian - el reino de Asuero, de lamasa general de toda la humanidad, para entrar en el régio alcazar del ey de los siglos, y wpe gar por todos los hombres. ' Un angel del cielo esté encargado por Dio’ para decir & esta excelsa Sefora; en un sentido mas sublime y con un objeto infinitamente mas noble, lo que Asuero dijo 4 Ester, cuando daba el primer paso para salvar del exterminio al pueblo hebreo, condenado por la malicia de Aman. Temblé - esta Virgen al oir los anuncios de su elevacion; pero muy pronto oyé un.razonamiento, por el cual se la hizo saber que - no temiese, porque habia hallado gracia delante de Dios, y concebiria en sus castisimas entrafias al-mismo Hijo del Al- tisimo‘. Una palabra de esta Virgen se esperaba nada mas, y estaban esperando las tres divinas Personas, para decirla una frase mas llena de ternura y de amor, que la que Asue- _ ro dirigié 4 Ester. El Padre iba 4 decirla: Ti eres mi hija; el _ Hijo: tt eres mi madre; y el Espiritu Santo: th eres mi esposa. _ El Rey de los siglos se habia levantado ya de su trono, para abrazarla y decirla. que no temiese, porque él era su herma- “no, y haria, porque ella conservase su virginal pureza, pro- - ; digios masener que los de la ¢reacion del mundo. ‘ . ‘ 4 sae cap. 1, v. 30. ine .

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