BCCPAM000540-5-09000000000000

54 Pero ¿qué remedio para evitar tan desastroso fin? Yo creo que basta la consideración de los males que acarrea el respeto hamano y de loyergonzoso y de- gradante que es él'en sí mismo. Pero si quieres “otros medios más fáciles y eficaces, acude á la pressencia de Dios yá la rectitud de intención. Ambas virtudesson el antídoto del l respeto humano, cn lo que mira al deseo de agradar al mundo; porque en cuanto á no omitir nada por temor del qué dirán. su remedio efi- caz es el propio vencimiento. De San Francisco de Borja cuenta su vida que salió una vez de su colegio con una olla para dar comida á unos p ME. á tiem- po que su hijo, el Duque de Gandía, venía por la ca- lle con muy lujoso acompañamiento. Sin apercibirlo el Santo, se le bob encia el respeto humano, repre sentándole lo que dirían aquellas gentes, y entretan- to escondía disimuladamente la olla: pero así que cayó en la cuenta, avergonzándose de su cobardía, sa- ca la olla de debajo del manteo, se la planta en la ca- beza, y pasa rozando con el arrogante caballo de su hijo: éste, lo mismo que algunos de sus: criados, se echaron á llorar, y quedaron edificados de la humil- dad de su antiguo señor. Desde entonces, nunca más le asaltó el respeto humano, y fué tan despreciador del mundo como tú sabes. ERA OA la conducta de este Santo; y pues tenemos al mundo por enemigo, ¡guerra á muerte con él! Una de dos: ó exter minarlo, Ótae arlo de nosotros. Si en algo puedo ayudarte, ya sabes que está á disposición tuya tu afectísimo, Fr. Ambrosio.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz