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51 me satisface verte comprendida entre los siervos de Dios, también me dan que temer las muchas obras buenas que omites por causa del respeto humano; porque es fácil (fe así te comprenda esta otra sen- tencia del Salvador: «El que se avergonzare de mi ó de mi doctrina, sepa que también se avergonzará de él el hijo de la Virgen.» Es preciso, pues, no omitir ni hacer nada por respeto humano, sino despreciar ese espantajo de niños y marchar adelante por la senda de la virtud. Cuando un joven medroso pasa en noche obscura por un camino desconocido, si encuentra por casual1- dad un árbol sec el suelo, al ver el bulto q al oir que el ramaje se mueve agitado por el viento, se le hiela la sangre en las venas y vuelve pies atrás, ro que le O, cuyas ramas yacen cortadas pol to quese leyanta detrás de ellas, Jl creyendo tener delante un terrible enemi ataja el paso. Pero si á la sazón llega un hombre experimentado, que conoce el camino, le dice lo que hay y le anima á proseguir, entonces el inexperto joven ye porsí mismo que el terrible fantasma era la cosa más natural y más inofensiva. Asi te pasará á ti, buena Teófila, yo te lo aseguro. Mil veces he pa- sado por ese camino, y he visto que eso qué tanto £ = te espanta no son más que palabras que se lleva el viento. Hubo un tiempo ¡dichoso tiempo! en que me llamaban beato, santurrón, jesuita, frailucho, y todas esas cosas que hoy te dicen á ti. Pero ¿qué importa? Cada vez que te lo digan es una prueba más de que sigues el partido de Cristo, nuestro Salvador. Con viene, pues, que desde ahora hagas la firme resolución de romper abiertamente con el mundo, sin hacer caso del qué dirán, porque todos esos miedos y respetos son espantajos de niños, voces que el aire se lleva, y á veces meros antojos de nuestra imaginación ¿Có- mo se entiende, Teófila? ¿Tú no crees y confiesas que de los tres enemigos del alma, uno de ellos es el mun- do? ¿Y harás caso de lo que ese enemigo te diga? CARTAS A TEÓFILA o

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