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43 nuestras fuerzas. Ya sabes la posición que ocupan los enemigos del alma, donde tienen sus baterías y avanzadas, y por qué lado suelen romper el fuego. Sólo resta que emprendas la marcha con valeroso ánimo, sin desmayar á vista de los peligros que ten- drás que arrostrar para subir á las montañas de la perfección. Pero antes es preciso prevenirnos con los pertrechos de guerra, vestir el escudo donde se han de embotar los tiros de nuestros adversarios, y afilar las armas que han de servirnos para nuestra defensa; en una palabra, es preciso prepararse por lo que pue- da acontecer, y sobre este asunto te hablaré otro día. En tanto, ya sabes que te desea todo género de bendi- ciones tu Padre, Fr. AMBROSIO.
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