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24 eso voy gustoso á exponerte mis ideas en este punto con la mayor claridad que me sea posible. A mi juicio se presentan aquí dos cuestiones diver- sas: una abstracta, otra concreta; helas aquí: ¿En qué consiste la perfección cristiana en general, consi- derada en sí propia? Y esa misma perfección, ¿en qué consiste respecto de un buen crist iano, atendido el es- tado actual de la naturaleza humana y el presente orden de cosas? Distinouidas así las cuestiones ya no ofrecen tanta dificultad, aunque no por eso dejen de ser intrincadas. Procedamos, pues, á resolverlas con el santo temor que el caso pide. La razón natural y la experiencia de cada día nos están diciendo que los efectos son tanto más nobles cuanto más se parecen y aproximan á sus causas; que el ser finito es tanto más bueno y excelente cuanto más cerca se halla del Ser infinito en el orden de los seres: quela criatura es tanto más perfecta cuanto más se asemeja y acerca al Creador. Así vemos que en la escala de los seres, el mineral ó la piedra ocupa el postrer lugar, porque sólo tiene decomún con Dios el ser, la existencia; pero un ser y una existencia in- finitamente distante del Ser Divino. El vegetal, el árbol es más noble y excelente que la piedra, porque además del ser, tiene el vivir, siquiera sea una yida efímera y rudimentaria como la de la hierba más diminuta, vida en nada comparable con la de aquel Ser Supremo, que en cada momento goza total y sl- multáneamente las delicias de una vida infinita y eterna. El animal excede en perfecciones al mineral y al vegetal, porque al ser y á la vida junta la sensi- bilidad, la conciencia de sí mismo; y esta sensibilidad y esta conciencia que le ponen en relación con los demás seres, le asemeja más y más al Ser absoluto fundamento esencial de todo lo relativo. Los seres dotados de razón son muchísimo más perfectos que los puros animales; porque á la vida y á laconciencia representativa juntan una inteligencia que abarca el

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