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TR NOTRE i | 370 Págs. XXXV Señales y caracteres del espíritu humano. El apego exagerado á ciertas devociones y prácticas de piedad. La tristeza ó inquietud, cuando se eae en falta. Caer y desmayar es cosa de la n 14turaleza: caer y no perder el ánimo es obra de la gracia. Cómo hemos de mirar nuestras propias imperfec- ciones. Revoluciones interiores. En ellas descubre el alma su inmensa capacidad para lo malo. Un motivo de consuelo en estos casos. Otro de los ca- racteres del espíritu humano es la prisa en el obrar. Señales que indican si el espíritu humano está entronizado en un corazón. La propia como- didad. Tres medios para vencer el espíritu humano. — SE? XXXVI La rectitud en las buenas obras. Ella basta para dar muerte al espíritu humano. Cómo pensaban en es- te punto los padres del yermo. Historia de un monje. La viuda del Evangelio. La rectitud de intención nada tiene que ver con la devoción sen- sible. Los panes y los peces. Debemos buscar ú Dios desinteresadamente. Lo que respondió al de- monio un monje atribulado. En qué consiste nues- tra santificación. Misteriosa visión de San Bernar- do. Cómo se ha de rectificar la intención Un ver- so de Santa Teresa de Jesús. Hágase tu voluntad. [XXXVI Los favores sobrenaturales. Cómo habla de ellos la Doctora del Carmelo. Aunque estos favores son todos sobrenaturales, se pueden clasificar en ordi- narios y extraordinarios. Se trata de los primeros. Algunos libros hablan de esto sin conocimiento de causa. Qué entendemos aquí por consuelos es- pirituales y dulzura interior. Para qué nos comu- nica Dios esas mercedes. Sus caracteres y notables efectos. Se distinguen con facilidad unos de otros. ¿Es lícito desear los favores sobrenaturales que Dios hace á ciertas almas? ¿Es lícito procurarlos? Se responde con distinción. Los extraordinarios no, las ordinarios sí. Razones de esta distinción. Exclamaciones del profeta David. . . + +» + o 247 251 261

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