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345 cho caer enel mismo yerro á miquerida Teófila? ¡Qué susto, Dios mío, qué susto! Pero dejemos las bromas para decirte en serio que me causan risa y lástima los espavientos de esas per- sonas espantadizas y medio letradas, que diría Santa Teresa. Mas si eilas son espantadizas, yo que me pe- rezco por darle un susto á cualquiera, intento dar hoy á los papás y mamás uno de marca mayor, á ver si con eso quedan curados de espanto. En una palabra, voy á contestar á todos los cargos que me pueden hacer y á refutar las objeciones que puedan hacerse contra la yocación religiosa. Empecemos por el principio. A quien diga que los Santos no han aconsejado que seoculte la vocación religiosa á los padres y que se lleve á cabo, aunque sea contra la voluntad de ellos, le debo echar en cara su ignorancia, pues nunca ha leído ninguna obra de Santos Padres, ó si la ha leído, no se ha fijado en su doctrina. Santo Tomás de Aquino, el Angel de las Escuelas, es el que aconseja á los hijos que no tomen consejos de los padres ni parientes en lo tocante á la vocación reli- giosa (1). Y Cornelio Alapide adelanta más y dice, que va contra lo prescrito en la Sagrada Escritura, el que consulta su vocación con padres, parientes y amigos (2). San Ligorio avanza más y dice: «Her- mano mío muy amado, si os sentís llamado por Dios á dejar el mundo, poned sumo cuidado en no mani- festar á vuestros padres tan importante resolución.» Y San Juan Crisóstomo añade, que: «Si los padres ponen obstáculo á nuestra vocación, no les debemos hacer ningún caso.» Y el Papa San Gregorio enseña, que: «Si los padres nos sirven de impedimento para seguir á Cristo, debemos huir de ellos.» Y S. Jerónimo, el Doctor máximo, escribe á Heliodoro estas valen- tísimas palabras: «Aunque tu madre desmelenada y (1) Opus. 17, o 9. (2) Com. in Eccli., 37.
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