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343 delos de casa hasta que los necesites para entrar en una comunidad observante, y fervorosa; y digo fer- vorosa y observante, porque para entrar en una co- munidad inobservante y tibia, sería mejor que te que- daras en casa. Por eso en la elección de instituto y convento hay que andar muy alerta para que no sean frustrados los fines de la vocación divina. Con- ventos conozco yo donde enviaría de buena gana y contiadamente á cualquiera que me consultara, y cOn- ventos habrá por ese mundo donde no enviaría yo una joven, aunque le dieran el dote de balde y 4 mi me regalaran otro encima. La vocación religiosa la dá Dios para que nos santifiquemos, y el alma debe acudir á donde tenga más medios de santificación. Y aquí termino, para que no mé digas que si no sabía como empezar la carta, tampoco sé como aca- barla, según lo larga que va resultando. Se acabó, pues, y hasta otra me repito como siempre tu afec- tísimo Padre, Fr. AMBROSIO.
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