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301 tardare, no es porque no quiera venir, ni porque te haya olvidado, sino porque le agrada ver las ansias del alma que dilata sus senos y anima su confianza, esperando contra esperanza la llegada del divino Consolador. Espéralo tú así, y yo te certifico de su parte, que descenderá sobre tu alma, como el rocio sobre las flores, llenándola de gracias y bendiciones. Que El te guarde y te llene de sus dulces consuelos, es lo que desea tu afectísimo Padre, Fr. AMBROSIO.

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