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300 tiempo consigo. Y ¿quién podrá contar los bienes que recibe elalma en cuyo seno mora el Espíritu de Dios? Convertida en templo del Espíritu Santo, queda enriquecida con sus siete dones y adornada con sus doce frutos de caridad, gozo espiritual, paz, pacien- cia, benignidad, bondad, longanimidad, mansedum- bre, fe, modestia, continencia y castidad; frutos que se convierten en virtudes prácticas mediante el sua- ve soplo de la inspiración divina. Es verdad que los dones del Espíritu Santo, según «unseña la teología, se infunden de cierto modo en el alma por medio “del bautismo, lo mismo que las virtudes teologales; pero esos dones dice mi Seráfico Maestro que están en el alma latentes y en estado pasivo, como las teclas en el órgano, que hasta no ser movidas por una mano diestra, no producen la harmonía celestial que nos embelesa y encanta. El Espíritu Santo con su aliento vivificador y con su presencia regalada, es el que po- ne en movimiento ese teclado del alma, esos hábitos infasos, y con los dones de sabiduría, entendimiento, consejo, y ciencia ilumina la inteligencia para que penetre los arcanos de la fe; y con los de fortaleza, piedad y temor, fortifica y énardece la voluntad, ph- ra que obre siempre en conformidad con loque Dios quiere. De aquí la dulzura, los consuelos, las inspira- ciones y los impulsos interiores que elevan al alma, y la hacen volar por la senda dela perfección, cuando está llena del espíritu de Dios. Todos estos dones perderás, mi buena Teófila, si no le preparas digna habitación al Espíritu Parácli- to, deseando y pidiéndole que venga 4 morar en tí, sin cansarte nunca de pedirlo y desearlo: y aunque te parezca que lo deseas y no viene, que lo llamas y no responde, sigue y persevera en la oración, que Él note faltará. Ten confianzaen El, que aunque no venga cuando le llames, El vendrá cuando vea que te cumple; pues si dilata su venida, es porque aún no tienes los deseos que conviene para recibirlo. Y si

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