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293 falta de voluntad que de remedio. Jia frecuente lec- tura de las verdades eternas, la viva consideración de la muerte, el juicio y el infierno, ó el retirarse uno á la soledad y hacer los ejercicios espirituales por ocho ó diez días, son remedios suficientes para hacer desaparecer la tibieza del alma y restituirla á sn antiguo fervor. Hay otro remedio quizá más po- deroso, y este es la mortificación corporal. El alma tibia necesita que su cuerpo padezca y que su carne sufra las punzadas del cilicio y los golpes de la disciplina, para que la despierten de su fatídico sue- ño; y si noquiere hacerlo, que se dé por desahucia- da. La medicina es amarga; pero en la vida espiri- tual, ¿qué medicina hay dulce? Ninguna, Teófila mía; y así no hay más que apechugar con ella. Con que ¡buen ánimo y adelante! Dios te dé fortaleza y la gracia que para tí le pide tu afectísimo Padre, Fr. AMBROSIO.
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